S.O.S. Mamá


Uno no sabe cuánto se sufre por amor hasta que cae perdidamente enamorado.
 
     La caída estrepitosa desde el mullido colchón de la nube más alta, había borrado su sonrisa de un plumazo. Su cara había perdido todo rastro de brillo y sus ojos se habían apagado.
     Cien horas juntos y montañas de fotos que inmortalizaban miles de momentos, eran todo el legado de aquella relación maravillosa que había quedado achicharrada con el calor del verano.
     De golpe, frases como: Te amo, Eres el amor de mi vida, Juntos para siempre y bla, bla, bla, bla, bla,  se  convirtieron en clavos  que le desgarraron  el corazón. Vagaba errante por la casa, ausente, con la ilusión machacada.
 
     No podía callar tanta amargura y la soltó de golpe por wassapp, por la mañana, sin esperar que llegara. La noticia me pilló desprevenida.  Fue una jornada dura. Entre línea y línea, visualizaba ráfagas de aquella breve historia que parecía para siempre. Temí que aquello fuese el hundimiento del Titánic.
 
     Llegué a casa dispuesta a escucharla y transmitirle mi cariño. Sabía que estaba destrozada. Recoger los pedazos y recomponerlos  con mucha dosis de amor, era todo cuanto yo podía hacer.
 
     Sus ojeras delataban cuál había sido su primera reacción: empapelar el suelo de su habitación con clínex empapados de lágrimas.
 
     Habló sin parar hasta que quedó vacía, hasta que enmudeció su alma. No había desprecio, reproche u odio en sus palabras.  La abracé como se abraza un cuerpo frágil y compartí su silencio.

6 comentarios:

  1. ¡Caramba, cuánta tristeza! Al menos, tuvo suerte, al fin y al cabo.Un final precioso. Y me refiero especialmente a la última frase. Me gusta la sutileza de las "cien horas juntos". Amor de adolescencia muy bien sintetizado.

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  2. Gracias Janial. Siempre digo que soy una adolescente atrapada en el interior de un cuerpo adulto y me consta que la adolescencia no siempre es un camino de rosas, aunque supongo que ser madre de una adolescente de dieciséis años también me habrá ayudado un poco a narrar esta historia.

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  3. Yolanda, el desamor que parte el corazón es de las peores experiencias que uno puede padecer a lo largo de la vida, pues en esos momentos te sientes vacío, sobre todo de futuro, o eso piensas, aunque la experiencia luego te da otra perspectiva. Todo se puede superar.

    Muy bien expresado.

    Un abrazo.

    PD: Te ha quedado muy bien el cambio de look del blog.

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  4. Toda experiencia en la vida, marca un antes y un después. De todo se aprende. Lo único que importa en la historia del desamor es que en algún momento hubo amor.

    Gracias por el comentario, Nicolás. Un abrazo.

    PD: La foto la ha realizado mi hija, aquí en la playa de Chilches/Xilxes, bajo la pasarela. Le diré que te ha gustado.

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  5. Nada más que añadir.
    Un abrazo.

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