¿Por qué tanta urgencia?

La niebla cayó pesada, atrapando en el desconcierto a quienes aún se hallaban en dirección a alguna parte.

          Samuel  fue sorprendido de vuelta a casa y decidió apagar el motor de su coche.  Los mortecinos puntos de luz  le recordaban que no estaba solo. Una intensa ola de frío recorrió su cuerpo obligándole a salir en busca de  refugio. Sus pasos le adentraron en aquella espesura y se topó con una puerta.  La aporreó varias veces, gritando que necesitaba entrar. La niebla se disipó justo cuando se abrió la puerta.  Una  antipática cara le preguntó: ¿Por qué tanta urgencia? ¿No ve que los otros están vacíos?

          Las puertas contiguas estaban abiertas. Una señal indicaba que eran los Servicios de Caballeros.

2 comentarios:

  1. Yolanda, muy bien ese final que descoloca y arregla al mismo tiempo el relato. Te arranca una sonrisa.

    Muy bueno, a la próxima tendrás más suerte.

    Un abrazo.

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  2. Arrancar una sonrisa, con estos tiempos que corren, siempre es un regalo. Gracias por sonreir.

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