Vacaciones a la vista

No me cansaré de repetirlo, necesito vacaciones, desconectar, cambiar el chip,  hacer un kit-kat,  en resumen, respirar. Sí, sí, respirar. ¡Aire, necesito aire!

A cuarenta y un día de mis vacaciones, me siento como el escalador que sufre en la recta final para llegar hasta la cima. El problema es: ¿Llegaré sana y salva, o moriré en el intento? Es broma, jaja. Los que me conocen saben que pese a los pesares multiples que pueden azotar el día a día, en realidad, prefiero siempre reir antes que llorar.

¿Por qué tengo la sensación de haber dicho algo parecido hace más o menos un año?

Bueno, tras tomar un poco de aire asomando la cabeza por la ventana, decidimos pensar en positivo y andar buscando ese viaje fantástico para nosotros y nuestro bolsillo. ¡Con la crisis actual, esta conciliación se hace cada vez más difícil!

Se terciaba un encuentro con nuestra amiga Arantza para aunar preferencias y sugerir posibles destinos. El punto de encuentro, fue, como el año pasado, Vilanova i la Geltrú.

El destino estrella acordado en nuestra cita fue Praga y Budapest. Regresamos a nuestros lugares de origen y nos dirigimos a la agencia de viajes para reservar tan preciado tesoro, pero el azar no quiso estar de nuestro lado y lo que parecía fácilmente posible, resultó ser lo más imposible del mundo.Ni fechas, ni vuelo, ni bolsillo se ponían de acuerdo.

Con esto de la necesidad de cambiar el chip, pensamos que lo mejor era hacer precisamente eso y dejar este destino para otras vacaciones futuras. Volvimos a mirar catálogos, consultar internet, hacer números y más números. Finalmente, encontré uno que parecía situarse entre nuestras posibilidades. Llamé a Arantza rápidamente. Di en la diana, le encantaba ese destino. Por fin cambio de continente. Turquía en nuestro punto de mira. Principios de septiembre a la vuelta de la esquina.

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