Secreto entre hermanas (Parte Final) (1)

Convenientemente auxiliado por el Inspector Poveda, tras suplicar clemencia ante las serias amenazas de muerte vertidas sobre él, un atemorizado Javier acabó confesando todo lo confesable y más.

           Gracias a la información proporcionada, quedó desarticulada la mayor organización europea dedicada al negocio de la Trata de Blancas. Las Comisarías de Policía de diversos países implicados aunaron sus fuerzas para detener a los cabecillas descubiertos. Distintas unidades policiales continuaron tras las pistas de varias chicas que fueron secuestradas en similares circunstancias.

           Javier Alonso, de cincuenta y seis años de edad, pasó a disposición judicial.

           Tras la liberación, Marina y Fedra pasaron tres días en el hospital, recuperándose. Sus jefes, Paolo y Giovanni les enviaron un gigante ramo de rosas acompañado de una nota: «Con el mayor de nuestros afectos, esperando vuestra pronta recuperación. P.D. Os regalamos dos semanas de vacaciones. No vengáis antes. Un abrazo»

           Decidieron quedarse en Castellón antes de regresar a sus trabajos. Disponían de unos días para poner en orden sus vidas.

           La primera tarde, cada pareja salió por separado. Rafa y Fedra optaron por ir al cine del centro comercial La Salera y tomaron el autobús urbano que les dejaba en la entrada.

           Jorge y Marina prefirieron ir a pasear. Fueron al Parque Ribalta, el parque más emblemático de la ciudad. Tras hablar de mil banalidades, ambos se sentaron en un banco, frente al estanque, y ella quiso sincerarse con Jorge.

           ─Jorge, necesito hablarte de mí, contarte mi pasado.

           ─¿Estás segura de querer contármelo?

           ─Sí, debí hacerlo hace mucho tiempo. Espero que no te importe que empiece por el principio.

           ─No hay ninguna prisa, tenemos todo el tiempo del mundo.

           ─Nací en el pueblecito donde nos han tenido secuestradas ─su mirada quedó nublada un instante, pero respiró hondo y prosiguió con su relato─. Mi madre murió cuando yo tenía doce años, y mi padre…, bueno, el que yo creía que era mi padre, no se preocupaba de nosotras, así que tuve que ser fuerte y cuidar de mi hermana. Yo quería mucho a mi madre, guardo muy buen recuerdo de ella.

           Se mantuvo en silencio unos segundos, antes de poder continuar. Jorge esperó paciente, atento a sus palabras, sabiendo de antemano lo que le iba a contar. Notó rigidez en las líneas de expresión de Marina. Lo que le iba a contar, sin duda, iba a ser duro para ella. 

           ─Cuando cumplí los catorce años, Javier me convirtió en la puta de sus amigos y amenazó con matar a Fedra si no cumplía sus órdenes. Pasé cinco años siendo niña de día y puta de noche. Dejé mi infancia y mi adolescencia aparcadas y prometí ser fuerte para vengarme algún día de aquel hombre.

           Su voz sonaba rota y  la expresión dura que había adoptado su cara delataba que aún no le había contado la parte más dura de su historia. Continuó.

           ─Él quería vender la virginidad de Fedra y yo no estaba dispuesta a consentirlo. Creí que el único modo de impedir aquella barbarie era matando a Javier. No pensé en nada, me acerqué a la casa y le apuñalé por la espalda con esta navaja, ─la sacó del bolsillo del pantalón y se la mostró─. Sí… intenté matar a ese monstruo. Desde entonces la llevo conmigo, para no olvidar qué clase de persona soy. Debería estar en la cárcel.

           Jorge agarró la navaja que Marina sostenía en su mano izquierda y se la guardó en un bolsillo de su chaqueta.

           ─Trae, yo la guardaré, ya no te hace falta. Seguro que Rubén no murió por tu culpa. No te atormentes.

           El inspector Poveda, aquella mañana, les había informado sobre los detalles de la confesión de Javier y les había confirmado que ya no existía motivo alguno para ocultar su verdadera identidad a las chicas.

           Jorge sabía que Marina no causó la muerte de Rubén, seguramente ese hombre continuaría con vida si no le hubiesen apuñalado en el corazón, pero no le dijo nada al respecto, prefirió conocer su relato. Le dio un beso en la frente y la animó a continuar.

           ─No, no fui yo quien causó su muerte, el propio Javier me contó cómo sucedió todo: al parecer, el hombre que había en la casa era su hermano gemelo y, por lo visto,  fue un polaco el que, forcejeando con él, acabó matando a Rubén. Nunca nos había hablado de nuestro tío, así que no sabíamos que existía.

           »Oficialmente, Javier, fue declarado muerto aquella noche. No sé cómo, pero hubo un error en la identificación del cadáver. Nos dijeron que encontraron otro muerto en aquel lugar pero nadie nos explicó nada más. Incluso nos enseñaron la navaja con la que ambos se mataron, igual que la mía. Llegué a olvidar todo el odio que sentía hacia él y concentré todo el odio en mí misma. No fui capaz de relacionarme con nadie. Vivimos dos años con Elisa y Manuel, los dueños del restaurante en el que yo trabajaba. A ellos debo agradecer  no haber enloquecido. Nunca supieron nuestro secreto. Nos quedamos allí únicamente para que Fedra terminase la secundaria, siguiendo el buen consejo que nos dio don Leandro, el Jefe de Policía, siempre muy atento con nosotras. Nunca le conté nada a la policía sobre mí. Preferí lapidar esos recuerdos en lo más profundo de mi alma. Por supuesto, nunca volví a ver a ninguno de los amigos de Javier, si lo hubiera hecho, no sé si hubiera podido soportarlo.

           Descansó unos instantes, perdida en sus pensamientos, retomando fuerzas y, tras una breve pausa, prosiguió.

           ─Este era nuestro secreto Jorge, un secreto entre hermanas que me ha atormentado todo este tiempo y del que no quería hablar con nadie. Fedra sólo ha sido mi víctima, ha sufrido conmigo el peso de este secreto y sé que nunca se lo ha confesado a nadie. Sólo deseo que sea feliz, ella se lo merece.

           ─Todos tenemos derecho a ser felices ¿No crees? ¿No quieres ser feliz?

           ─Mira, Javier nos secuestró en el parque y nos llevó a la casa de la montaña. Nos tuvo encadenadas y amordazadas, la una frente a la otra, sin saber si saldríamos de allí con vida. Lo único bueno de esta historia ha sido descubrir que él no era nuestro padre. Me contó que mi madre tenía un amante, nuestro padre real, pero tenía mujer e hijos y mi madre no quería que dejase a su familia. ¡Ya ves! Pude tener un padre de verdad.¡Ojalá se hubiese hecho cargo de nosotras cuando murió mi madre! ¡Seguro que hubiéramos sido felices!

           Tras unos minutos de silencio, Marina parecía haber terminado de vomitar todo aquello que había guardado tantos años en su interior. Miró fijamente a Jorge, con  semblante triste, pero manteniendo la suficiente entereza para lanzar aquella parte final que le quería soltar.

           ─Bueno, creo que te he dicho todo lo que quería contarte. Quiero agradecerte la amistad que me has brindado durante todo este tiempo, pero no quiero que sigas a mi lado. Ahora ya sabes quién soy en realidad. Intenté matar a una persona y ejercí la profesión de puta durante cinco años. Todo eso me ha marcado profundamente y sólo yo debo cargar con el peso de mi pasado.

           ─Te quiero Marina. Olvida tu pasado. Conozco personas que podrán ayudarte en eso. A mí no me importa lo que fuiste ni lo que hiciste o intentaste hacer. Te quiero de verdad y quiero pasar el resto de mi vida contigo.

           Rompió a llorar amargamente. Jorge le tendió su pañuelo y la besó en la mejilla.

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